"Es señal de madurez cuando nos regocijamos por lo que tenemos y no nos lamentamos por lo que hemos perdido o jamás tuvimos."
Esther de Wall.
Casi siempre que se habla de paz se piensa en algo que tiene que ver con los demás, se piensa en situaciones externas o en cuestiones que competen a las fuerzas armadas o al gobierno e incluso se piensa que la paz es el resultado fin de la guerra. Pero la verdad es que las personas constantemente luchamos por conseguir la paz y sobre todo la paz interior.
Nuestra paz personal depende del autoconcepto positivo, de la valoración, de la fe y la confianza en si mismo. Sin embargo, el mundo está en permanente cambio, y todo en él está en permanente cambio y los cambios nos perturban, nos alteran porque nos acomodamos, entonces sentimos que perdemos la paz, nos da rabia, ira, nos disgustamos y nos disponemos contra todo y contra todos. Es entonces como inicia una batalla que no se puede esquivar. Se altera nuestro interior y por ende nuestra vida misma.
La lucha se empieza a ganar si comprendemos y caemos en cuenta de que hemos sido programados para disgustarnos y asumir una actitud de control sobre nuestro temperamento y nuestra forma de reaccionar, en otras palabras, si nos hacemos conscientes de nuestro ser.
Perdemos la Paz y el equilibrio porque nos apegamos a las situaciones que hemos alcanzado y no queremos que cambien, nos apegamos a lo que tenemos y no lo asumimos con desprendimiento y cuando aseguramos "Esto es mío".
una vida en paz y equilibrio se debe fundamentar en la acción responsable y consciente, en su total rechazo a la injusticia, la manipulación y el apego. Te librarás de sorpresas desagradables.
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