La mayor parte de los adultos
vive con una constante necesidad de aprobación, antes de emprender cualquier acción
o proyecto, incluso antes de emitir cualquier opinión o de querer darse un
placer o de permitirse sentir, buscamos aprobación
de quien nos rodea.
Qué tal si en lugar de mantener
la necesidad de aprobación; nos dedicamos a ser como verdaderamente somos, no
como nos dicen que seamos, a vivir como queramos vivir teniendo claro que el
respeto por mí mismo se evidencia en el respeto hacia el otro, a deshacernos de
esa programación inculcada de niños –“piensa antes de hablar”, “piensa bien en
lo que vas hacer”- Y empezar a ser libres y felices de acuerdo a nuestro
verdadero ser.
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