Todo proceso sanador inicia con
dolor, sea de nuestro cuerpo o de nuestro espíritu, todo inicia con el
dolor. El dolor te hace consciente y esa conciencia
es la que te impulsa a buscar sanación.
Si el dolor está en tu cuerpo, él es el que te hace consciente de la parte de tu cuerpo que te duele, sin él
no somos conscientes de nuestro cuerpo, solo actuamos o nos movemos o hacemos lo
que hacemos con el cuerpo de manera mecánica. Solo en el momento en que el dolor aparece en el cuerpo nos hacemos realmente conscientes de él. Nos hacemos conscientes de
cuidarlo, de alimentarlo bien, de periódicamente hacer actividad física para
provecho del mismo y de la necesidad de buscar el camino sanador para ese dolor, cómo es el de buscar ayuda, ir al médico, y tomar
medicamentos para sanar el dolor corporal.
Así mismo, sucede en nuestro interior intangible, solo cuando hay
dolor eres consciente de tu espíritu, de tu YO, de tu alma. Y aunque ese dolor se
manifiesta de diversas maneras en cada persona, con sentimientos de desasosiego, de abatimiento, desánimo, melancolía y de una constante necesidad
de llanto. Es ese dolor interior el que nos hace conscientes de nuestro YO, y
que al igual que nuestro cuerpo necesita cuidado, buena “alimentación”, “ejercicio
periódico” y sobre todo la necesidad de encontrar el camino sanador para tal. Lo importante de ese camino
sanador está en que te conduzca a la luz, al descubrimiento y conocimiento de
tu YO, al perfeccionamiento de tu ser y al amor propio, de tus semejantes y del
universo. UN CAMINO INTERIOR.
Mi camino comenzó con algo
simple, con el darme cuenta que no tengo porque esperar nada de nada ni de
nadie, pero es un no esperar de verdad, ni siquiera de mi Dios.
No esperar que mi pareja me ame
como yo quiero que me ame, ni siquiera que me ame. No esperar que mis hijos
respondan como yo quiero ante mis cuidados y sacrificios, ni siquiera esperar
que me amen solo por el simple hecho de ser su mamá. No esperar que nadie haga
lo que yo quiero que haga, no esperar el empleo soñado o el que me agradezcan
por algún favor hecho, no esperar que mi Dios me conceda la gracia que tanto le pido, porque Él no es
mi mayordomo, no esperar que el sol alumbre, no esperar a estar viva mañana, ni
siquiera esperar en que la vida será mejor, no esperar a que el mundo funcione como
yo quiero o que el universo se alinee a mi favor.
Cuando deje de esperar dejaron de
venir las desilusiones, dejaron de doler heridas hechas por mi culpa, por culpa
de mis ilusiones. Empecé a sanar.
El camino sanador pueden ser
muchos, cada uno de nosotros debe encontrar el propio, mi intención no es que
sigan mi camino hacia la sanación o
hacia la luz, porque es bien sabido que todos los caminos que conducen a la luz
son dignos de ser recorridos, y está bien para mi si ese camino te conduce
hacia la luz y hacia tu sanación interior, el conocimiento de tu YO, tu
despertar y tu iluminación que es lo más importante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario