jueves, 27 de junio de 2019

ANALFABETAS EN EL AMAR


“Entre todas las formas de cautela, la cautela en el amor es, posiblemente, la más letal para la auténtica felicidad”

Bertrand Russell


No cabe ninguna duda que vivimos en una cultura que constantemente está cultivando y justificando la agresión y la guerra, pero resulta que los seres humanos no somos naturalmente violentos, somos seres naturalmente amorosos que se dedican a cultivar la agresión.

Somos animales amorosos que desafortunadamente  cultivan la agresión a través de la alineación cultural, social, política y religiosa, sistemáticamente bajo programaciones,  nos obligan a negar el amor bajo argumentos racionales sobre todo para usos económicos, nos hacen pensar que el amor es sufrimiento, dolor y obediencia a Dios, nos programan para pensar que al vincularnos con los demás vamos a salir lastimados o enfermos, nos hacen desconfiados y temerosos. 
Hablemos  de que es el amor en nuestra vida como seres vivos; El amor  es dejar aparecer al otro no dominarlo o someterlo o quererlo cambiar, amar es crear espacios donde dejamos aparecer al otro como realmente es,  donde lo escuchamos sin negarlo con prejuicios vanos, el amor es liberador. El amor no se cultiva, no se cuida, no se atiende, no se profesa, el amor se vive; por el contrario la agresión si se debe cultivar y es un trabajo constante porque si se deja de hacer se olvida.

Los seres humanos dependemos directamente del amor para sobrevivir, no de la competencia del más fuerte como nos han hecho creer. El amor es la base de nuestra existencia humana; Todos y cada uno de nosotros buscamos en la vida amor, disfrutamos cuidando de otros y que cuiden de nosotros, disfrutamos enormemente hacer cosas con otras personas por el simple placer de la compañía, deseamos acariciar y que nos acaricien, nos gusta abrazar y que nos abracen; nuestra  creatividad dependen directamente de qué tan amoroso seamos o nos sintamos, el amor es la única emoción que expande la inteligencia, el amor es la medicina primera que nos ayuda a sanar tanto los males del alma como del cuerpo.

Si dejamos de lado las programaciones que recibimos desde niños, programaciones que nos obliga a vivir en constante inconformidad y sufrimiento, llevados por el temor, la envidia o la codicia; si abandonamos la idea de que el amor es dolor, desconsuelo y tortura,  y si abrimos nuestra inteligencia despertamos y dejamos que nuestro ser naturalmente nos lleve al predominio de un modo de vida en el amor.  No crees que cambiarían un poco las cosas?



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