“Estar
despierto es aceptarlo todo, no como ley, ni como sacrificio, ni como esfuerzo,
sino por iluminación. Aceptarlo todo porque lo ves claro y ya nada ni nadie te
puede engañar”.
Anthony
de Mello
Últimamente he pensado en las palabras que a
diario pronunciamos y que creemos que no van más allá de su significado
literal.
Resulta que las palabras
no se las lleva el viento; por el contrario se quedan resonando en el inconsciente
de quien las dice y de quien las escucha, las palabras que usamos no solo
demuestran lo que pensamos sino que además proyectan nuestro actuar.
Nuestra
historia, nuestra educación y evolución se dan por medio del conversar, es
importante ser conscientes del uso del lenguaje no sólo como un instrumento cifrado
de códigos, sino como un medio y una práctica social cotidiana que nos
culturiza, nos instruye y nos involucra en función del otro; el conversar es un
encuentro directo con el otro que encierra una aceptación directa y bilateral del otro como
semejante, donde no solo transmito conocimientos sino también emociones y
acciones que definen mi concepto del mundo y lo que estoy dispuesto hacer por
ayudar a construir la sociedad que deseo. Por ello la importancia de manejar un
vocabulario no violento, que al momento
de hacernos entender lo hagamos con palabras que inspiren paz y luz mas no
violencia, debemos tener claro que el lenguaje se constituye como tal cuando se
incorpora al vivir y debemos emprender la tarea de incorporar a nuestro vivir acciones de paz,
amor y compasión.
Resulta que
nuestro vivir ocurre como un entretejido de emociones y de lenguaje que
conllevan a la acción, entonces si manejamos cotidianamente un lenguaje no
violento, enseñamos un lenguaje no violento, se desencadenaran emociones no
violentas y manifestaremos en nuestro actuar acciones no violentas, es como una
telaraña que básicamente se teje con el hilo del deseo de construir una
sociedad mejor; es agregar un granito de
arena a una sociedad enferma y que podemos ayudar a sanar.
Aunque parezca
una tarea difícil y dispendiosa no la veo imposible, el llegar a un estado de
paz es un ejercicio constante y personal, que no depende de nada externo a nosotros, ni
a ninguna persona diferente a nosotros mismos, es un ejercicio de vida pero no como
una programación que te diga cómo actuar, es más bien un actuar consiente de la
conexión entre el lenguaje las emociones y la acción.
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