miércoles, 1 de mayo de 2019

LENGUAJE, EMOCIÓN Y ACCIÓN


“Estar despierto es aceptarlo todo, no como ley, ni como sacrificio, ni como esfuerzo, sino por iluminación. Aceptarlo todo porque lo ves claro y ya nada ni nadie te puede engañar”.
Anthony de Mello






Últimamente he pensado en las palabras que a diario pronunciamos y que creemos que no van más allá de su significado literal.


Resulta que las palabras no se las lleva el viento;  por el contrario se quedan resonando en el inconsciente de quien las dice y de quien las escucha, las palabras que usamos no solo demuestran lo que pensamos sino que además proyectan nuestro actuar.
Nuestra historia, nuestra educación y evolución se dan por medio del conversar, es importante ser conscientes del uso del lenguaje no sólo como un instrumento cifrado de códigos, sino como un medio y una práctica social cotidiana que nos culturiza, nos instruye y nos involucra en función del otro; el conversar es un encuentro directo con el otro que encierra una aceptación directa y bilateral  del otro como semejante, donde no solo transmito conocimientos sino también emociones y acciones que definen mi concepto del mundo y lo que estoy dispuesto hacer por ayudar a construir la sociedad que deseo.  Por ello la importancia de manejar un vocabulario no violento, que  al momento de hacernos entender lo hagamos con palabras que inspiren paz y luz mas no violencia, debemos tener claro que el lenguaje se constituye como tal cuando se incorpora al vivir y debemos emprender la tarea de  incorporar a nuestro vivir acciones de paz, amor y compasión.

Resulta que nuestro vivir ocurre como un entretejido de emociones y de lenguaje que conllevan a la acción, entonces si manejamos cotidianamente un lenguaje no violento, enseñamos un lenguaje no violento, se desencadenaran emociones no violentas y manifestaremos en nuestro actuar acciones no violentas, es como una telaraña que básicamente se teje con el hilo del deseo de construir una sociedad mejor;  es agregar un granito de arena a una sociedad enferma y que podemos ayudar a sanar.
Aunque parezca una tarea difícil y dispendiosa no la veo imposible, el llegar a un estado de paz es un ejercicio constante y personal,  que no depende de nada externo a nosotros, ni a ninguna persona diferente a nosotros mismos, es un ejercicio de vida pero no como una programación que te diga cómo actuar, es más bien un actuar consiente de la conexión entre el lenguaje las emociones y la acción.




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