Échate encima de la gente saluda con euforia cuando saludas, corre
libremente, canta y baila, no para que te vea sino sintiéndote libre
Las preguntas
son la clave, son las llaves que permiten abrir las puertas correctas. Las
preguntas abren la puerta de la
conciencia que encierra lo más valioso de una persona. De una pregunta emergió
este escrito, este y otros más; una llave que abrió la puerta hacia mi
despertar, hacia la conciencia de mi ser y la divina conexión con el universo,
la naturaleza y El Creador. Fue una pregunta concreta que exigió de mí una
incansable búsqueda de respuestas, de meditaciones y de investigación. Esta búsqueda
me llevó a lugares hermosos a lugares que nunca imaginé que podría visitar
lugares que siempre estuvieron a mi alcance, pero nunca, gracias a mi programación
social, cultural y religiosa me había atrevido a visitar. Resulta que no
necesite dinero, ni pasaporte, ni ausentarme de mi hogar para llegar a estos lugares; porque están en Mi.
Así inicio mi búsqueda
de algo que pudiera dar respuesta a esa gran pregunta que un día llego a mi
vida, resulta que, el solo ser consciente de la búsqueda de esa respuesta era ya
una respuesta; era ya una puerta que se abría en mi interior.
Lo que a continuación
escribo no pretende ser una guía para sus vidas, tampoco una pauta moral, ni ética
sobre cómo llevar sus relaciones o su existir. Lo que va a leer solo son mis
experiencias, mis conclusiones y mis meditaciones que han logrado enriquecer mi
espíritu, mi ser y se han convertido en una forma de vida en búsqueda de la luz, y de la paz que la luz produce en el alma.
Se preguntaran cual fue la
pregunta clave, pero resulta que todos sabemos en el fondo a que me refiero con "la gran pregunta", con la gran llave, sobre todo nosotras las mujeres, a veces
una palabra una canción, un cuento es tan sonoro y tan acertado que nos induce
a recordar por lo menos un instante de que materia estamos hechas verdaderamente y donde esta nuestro verdadero
hogar.
Son cuestiones que nos hacemos a
nosotros mismos en silencio y aunque no sabes que sucede en tu interior, sabes
por instinto que algo está encerrado detrás de una gran puerta y que no sabes cómo
dejar salir esto que te hace sentir bien, te hace saber las cosas antes de que sucedan, te hace sentir en paz y sobre todo te hace invencible;
porque no necesitas de nadie más, sino, de ti misma y del poder que la conexión consigo
misma se alcanza con Dios.
Pero cuál es el temor a esa
libertad femenina? Resulta que las
mujeres a través de la historia nos hemos visto, inhibidas, reprimidas,
encerradas, humilladas, discriminadas en
fin maltratadas pero resulta que ese maltrato lleva consigo un temor de los
hombres de nuestra libertad porque somos creadoras somos guardianas de vida y
poseedoras de la semilla de vida, por esto desde niñas somos programadas para
obedecer para ser sumisas, aprobadas y apoyadas mas no creadoras y soñadoras
estas programaciones que adormecen nuestro verdadero YO, nos obligan a vivir en
un mundo vacío y adormecido.
Lo que acá hago referencia no es
a derechos, no es a participación en el campo social, me refiero a la educación
común de una niña común en un entorno común, la mujeres desde niñas somos
programadas bajo estándares de belleza, de reglas de etiqueta y protocolo de
normas morales que lo único que hacen es que llevemos una vida patética encerrada
y sin sentido.
Las mujeres no
necesitamos ser adiestradas, ni programadas, ni mucho menos adormecidas,
necesitamos que nos dejen ser creadoras, nos dejen explorar nuestra sensibilidad
de tal manera que podamos sentirnos a gusto con nosotras mismas, no necesitamos
ser comprendidas, ni apoyadas ni aceptadas, no necesitamos impresionar a nadie
ni que nos impresionen, ya no nos satisface esas pequeñas dosis de paz que nos
proporcionan la cultura o la sociedad cuando logramos alcanzar alguna meta
propuesta a nivel profesional, familiar o personal, tampoco nos sentimos conformes con el juego brindado por las religiones
cuando somos participes de ese sentimiento oceánico que lo único que te hacen
es convertirnos en seres adictos a esa sensación pero que en realidad nos desvían de la
verdadera luz que nosotras mismas irradiamos y que lo único que tenemos que hacer
es dejar salir.
Llegó la hora
de conectarnos con esa mujer verdadera que somos, las guardianas de la vida,
seres de luz con comunicación directa con el universo mismo y con el creador,
es hora de vaciar la mente de desprogramarnos, de pasar la página, de detener
el mundo que nos rodea para hacernos la pregunta que nos lleva al cerrojo de
esa puerta. Es hora de amar la vida, amar el sol, amar la luna amar la
naturaleza que nos fue dada amar a todos tus semejantes y de una vez por todas
encontrar la paz y la luz