Por ahí dicen, “hecha la norma
hecha la trampa” pero resulta que más que un refrán es un eufemismo la llamada
trampa no es más que un escape ante la represión de leyes o normas arbitrarias
y sin sentido que la cultura antinatural impone y la sociedad acepta a ciegas .
Ninguna ley o norma que inicie con las palabras “se prohíbe” es conveniente
para la salud mental de las personas. Y aunque no lo sabemos de primerazo a la
larga nos damos cuenta del daño que
estas leyes nos hacen. Aunque no estoy diciendo que hay que ir en contra de la
norma. Si me refiero a que debemos ser conscientes de nuestra realidad y actuar
en pro de mejorarla.
Nadie a estas alturas del partido
puede negar que estamos a portas de una neurosis colectiva que precisa con
urgencia un cambio en nuestro lenguaje por palabras con menor contenido
violento. Piensa cuantas palabras violentas dices en una conversación normal
con otra persona y date cuenta que nuestra forma de hablar genera más violencia
, se precisa de un cambio en nuestra forma de comunicarnos no solo en la
oralidad sino también en lo corporal, que nuestras actitudes sean actitudes de
paz, ahora bien, piensa cuales de tus actitudes al momento de comunicarte con
otra persona son violentas, piensa en tu corporalidad, imagínate fuera de tu
cuerpo mientras hablas y mírate a ti mismo visualiza tus actitudes, tus gestos
mientras escuchas, la posición de tus manos de tus pies si le miras a los ojos
o evades esa mirada esa comunicación sin palabras.
Sé que lo que ahora estás leyendo
no son frases nuevas y que en algún lado las habrás leído escuchado o se te han
ocurrido pero lo importante ahora es que es tiempo de poner en práctica este
cambio. Aunque los pesimistas se apoderen del mundo aún queda gente que se
levanta por las mañanas a luchar (y me disculpan por la palabra violenta que aún
estoy en proceso de formación), a trabajar honradamente para salir y sacar a
sus familias adelante, aunque los pesimistas digan que este mundo ya no tiene
arreglo o que estamos condenados al fracaso creo que aún hay esperanza. Mientras
haya personas que no les da miedo amar a los otros, compartir, ser solidarios y
no competitivos, dar abrazos, desear un
feliz día desde las entrañas, personas que estén dispuestas a devolver al mundo lo que éste maravillosamente
nos da, mientras estas personas estén por ahí en claro que vale la pena
intentarlo, intentarlo diariamente.